La obtención de distintos aspectos de acabado depende de la forma en la que se realiza la aplicación, del tratamiento que se da a la superficie del monocapa y de su granulometría. En el apartado 3.1.5 se da una descripción de diversos sistemas; los llamados raspados o labrados y los de piedra proyectada, son los que tienen mayor difusión.
A lo largo de todo el proceso de fabricación y aplicación del mortero se ha insistido en la homogeneidad de los procesos para conseguir el aspecto estético correcto. También en la ejecución de los acabados hay que evitar variaciones o modificaciones innecesarias. Las herramientas utilizadas para los raspados, fratasados, planchados y demás tratamientos, no se deben cambiar durante la ejecución. Si se empieza un raspado con una llana dentada, hay que acabarlo con el mismo tipo de llana. Cambiar de herramienta, aunque también sirva para el raspado, puede dar cambios de textura. Tampoco debería intervenir más de un operario en un mismo paño, ya que eso puede dar también texturas ligeramente diferentes.
Una vez realizado el tratamiento de acabado, se procede a limpiar toda la superficie para retirar residuos de monocapa, de áridos o polvo procedente de las operaciones de raspado y similares. Si no se lleva a cabo esta operación, la fachada puede ensuciarse prematuramente. Además, el usuario final del edificio, puede tener la sensación de que el monocapa está mal colocado porque se desprende producto al pasar la mano. Esta limpieza puede realizarse en seco cepillando la fachada con cepillos relativamente suaves. Conviene realizar la limpieza de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha. También se limpiaran superficies de balcones, vierteaguas, albardillas, o molduras en general que puedan acumular residuos de monocapa.