Ninguno de los revestimientos continuos que se han usado tradicionalmente a lo largo de la historia han tenido como característica básica la de ser producidos industrialmente. Siempre han sido elaborados a pie de obra, utilizando materiales de distinta procedencia, y con dosificaciones aproximadas, lo que ocasiona que a lo largo de la obra se puedan obtener revestimientos relativamente distintos entre sí. El producto que se elabora para una jornada puede ser relativamente parecido al que se elabore al día siguiente, pero no igual. Dependerá del cuidado y experiencia de los operarios que se obtenga un producto lo más homogéneo posible durante varios días de trabajo.
La posibilidad de industrializar el revestimiento continuo permite controlar un buen número de las variables que intervienen en la elaboración del material. Se obtienen así, grandes cantidades de producto de idéntica dosificación. Pero aún hay más, sus características técnicas pueden ser evaluadas y conocidas de antemano, lo que contribuye a un conocimiento más exhaustivo del comportamiento de las soluciones constructivas de las fachadas que incorporan un revestimiento continuo del tipo monocapa.
La industrialización ha permitido además la incorporación a los materiales básicos –cemento y áridos- de nuevos productos llamados aditivos, cargas ligeras, fibras y pigmentos que permiten controlar un buen número de propiedades del producto final.
Los aditivos retenedores de agua mejoran las condiciones de curado del monocapa (controlan la velocidad de la pérdida de agua de la masa de mortero) evitando la deshidratación que pueda producirse, ya sea por la excesiva absorción del soporte como por la desecación prematura a causa de las condiciones ambientales.
Los hidrofugantes actúan sobre poros y capilares haciendo que su comportamiento hidrófobo dificulte el paso del agua hacia el interior. De esta manera evita que el revestimiento absorba un exceso de agua, por ejemplo, en caso de lluvias.
Los aireantes contribuyen a la obtención de una masa de producto más manejable, con menor cantidad de agua, e incrementan la deformabilidad.
Las cargas ligeras reducen el peso del producto y su módulo elástico, aumentan su deformabilidad, con lo que mejoran la aplicación sobre soportes relativamente débiles a la vez que aumentan su rendimiento. Son productos como la perlita, la vermiculita, o cargas inertes muy ligeras de origen natural o industrial.
Las fibras, de origen natural o artificial, permiten mejorar la cohesión de la masa, mayores gruesos de aplicación y mejoran el comportamiento frente a las deformaciones.
Los pigmentos dan lugar a una extensa gama cromática de colores preferiblemente claros, que permiten obtener el aspecto estético deseado en los revestimientos.
La adecuada combinación de estos productos, y el conocimiento de sus características técnicas no es sencilla, y los procesos industriales se encargan de obtener los materiales básicos y las dosificaciones correctas.
Cada fabricante puede configurar así diversos productos en su catálogo que se adapten de forma conveniente a las características de la obra que se va a realizar. A pie de obra va a llegar una cantidad suficiente de producto, correctamente dosificado y conservado, con unas características técnicas concretas y conocidas de antemano.