La necesidad de dotar de revestimientos a las paredes de fachada realizadas con obras de fábrica, ha sido una constante histórica de la Arquitectura. En las obras de fábrica, incluso en algunas mamposterías, ha sido preciso dotarlas con un material de acabado que pudiera incrementar la impermeabilidad de las mismas. De ese modo nacieron sin duda los revocos o enfoscados más antiguos. Pero la Arquitectura siempre pide algo más que una solución técnica, y claro está, que ese simple enfoscado necesitaba de un perfeccionamiento estético, puesto que se configuraba como la parte más extensamente visible de las fachadas. Con el tiempo, las pinturas, los distintos tipos de estuco y los esgrafiados, han ido confiriendo a estos revestimientos un carácter propio muy ligado a los distintos estilos arquitectónicos de la historia.
No sólo la Arquitectura más representativa ha utilizado estos revestimientos. La construcción rural tradicional, también lo ha hecho. En las zonas de España en las que la carencia de bloques de piedra para la construcción de fachadas vistas obligaba a utilizar materiales de inferior calidad, se utilizaban revestimientos para dotar a las fachadas de una mejor impermeabilidad y aspecto estético. Incluso las construcciones más sencillas de tapial, se han cubierto con revestimientos de este tipo.
Desde un punto de vista conceptual nos encontramos ante lo que hemos convenido en denominar como “los revestimientos continuos”. Todos se basan en una misma idea, la de obtener una masa de producto, elaborada en obra, que se extiende sobre la superficie de fachada con un espesor reducido, capaz de aportar mejoras técnicas y estéticas a la fachada.
La distancia que separa un simple revoco de un esgrafiado es grande. Pero su base técnica es la misma, aunque el proceso de aplicación y la mezcla de productos difieran. Quizás sea en el refinamiento estético donde se encuentre su auténtica diferencia. Algunos de ellos requieren además la aplicación de distintas capas o manos, con un producto en general parecido pero dosificado de un modo variable en cada capa para obtener acabados distintos. A nadie se le escapa que para la realización de los estucos y esgrafiados, además se requiere mano de obra experimentada y especializada, cada vez más difícil de encontrar. No podemos olvidar aquí el trabajo de los esgrafiadores, especialmente importantes en el modernismo, a los que hay que considerar más artesanos que operarios de la construcción.
La construcción actual demanda técnicas y productos de producción controlada, de aplicación rápida, que requieran poca mano de obra y que ésta no sea necesariamente de alta calificación. Ahí entra en juego el monocapa dentro del mundo de los revestimientos continuos. Es sin duda la variante moderna de aquellos revestimientos continuos que se han empleado desde siempre.