El mortero monocapa se envasa en sacos cerrados de entre 25 y 30 Kg de peso unitario. Si se recibe en obra en palets debidamente embalados en plástico, lo más recomendable es ponerlos a cubierto -en la sombra- hasta el momento de su utilización. Si los sacos no llevan ninguna protección, habrá que guardarlos a cubierto en un lugar seco y ventilado, donde no se puedan producir filtraciones de agua o derrames de líquidos sobre los sacos. No hay que apilar los sacos directamente en contacto con el suelo para evitar que puedan mojarse.
En el momento de la recepción, hay que comprobar que el producto se corresponde con el modelo de la marca solicitada, o en su defecto con las especificaciones técnicas que fije el proyecto ejecutivo. No hay que olvidar que en el propio saco de monocapa se especifican sus características técnicas esenciales mediante el marcado CE (el marcado CE debe aparecer de manera obligatoria en el saco o en la documentación facilitada por el fabricante, como son los albaranes o las fichas técnicas). Hay que comprobar que desde la fecha de fabricación del monocapa –consta en cada saco- no haya transcurrido más de un año. En caso contrario se deben rechazar los sacos. Por ello no conviene encargar producto con excesiva antelación, puesto que se podría superar el tiempo de caducidad mientras se halla almacenado a pie de obra, o en el almacén del aplicador si tiene por costumbre hacer aprovisionamientos de material. También hay que rechazar sacos que hayan perdido material por desgarros o defecto de envasado, o los que presenten un defecto de llenado en fábrica porque pueden originar errores de dosificación en las mezclas de obra. Tampoco se deben aceptar sacos que contengan material endurecido. Las situaciones que cambian el estado normal de los sacos de transporte son, en general, potenciales riesgos de patologías futuras del revestimiento de la fachada.
Se recomienda guardar un saco –preferiblemente lleno- de cada variante de producto utilizado hasta que la Dirección Facultativa lo considere oportuno.
Los elementos complementarios del sistema, -junquillos, mallas de refuerzo, guardavivos y cantoneras- deben almacenarse de modo que permanezcan limpios y no sufran roturas o deformaciones antes de su puesta en obra.